¿Por qué lo amo? Porque tiene encanto. Es un encanto a la manera ibicenca, sin estridencias. Y tiene su encanto porque nosotros, los Europeos del Norte, que lo hemos convertido en nuestro hogar, nos hemos adaptado a sus costumbres y no hemos impuesto nuestro estilo de vida propio.
Tras la iglesia que domina al pueblo, escondido en una minúscula alcoba, se encuentra el restaurante Can Manyanet, donde se sirven platos típicos ibicencos, e.g. Sofrit Pagès - carne de cordero y pollo, patatas, y azafrán por unos 5 € - mientras se aprecia la variedad de flores del jardín.
Al cruzar la carretera principal, El Destino nos surte de tapas con un toque más sofisticado, fusión de vegetales y carnes españolas con especias y sabores de las culturas de la cuenca del Pacífico, y sin embargo, sabe retener un ambiente local.
En el Bar Bernat Vinya (que tiene sus mesas apostadas en la arboleda de enfrente) los más viejos del lugar se reunen para pasar el rato jugando a cartas y comentar las excelencias del Podenco ibicenco, perro de caza autóctono que se encuentra representado en forma de cuadros por todas las paredes del bar.
Tiene entretenimiento. Siéntese al fresquito de una noche de verano en el jardín de Es Recó Verd y escuche Jazz y Blues, y déje que el murmullo de conversaciones emitidas en diferentes lenguas y acentos acaricie sus oídos. Embriáguese con un par de tragos y déjese embriagar por el ambiente y los millones de estrellas reluciendo en la claridad de la noche. Fíjese en los haces de luz del alumbrado público que iluminan las villas situadas en las colinas que rodean el pueblo. O vaya al cine al aire libre que se organiza cada verano y dóblese de la risa viendo las jocosas travesuras del Gordo y el Flaco o de otros artistas que trascienden las barreras nacionales. Y en invierno la diversión no acaba simplemente porque se hallan ido los turistas. El bar en el jardín se traslada a la tienda de regalos y cerámicas anexa (¡la cerámica se la llevan a otra parte!) y en el jardín colocan braseros para calentar a la concurrencia que asiste a las actuaciones de músicos locales durante las frescas noches invernales.
¿Y por qué mi mujer ama a San José? Porque tiene tiendas. Se puede comprar de todo desde una toalla o una cesta tradicional hasta un cuarto de baño de diseño, desde cerámica y utensilios del campo a la vieja usanza hasta juguetes para los niños, y desde productos de la huerta naturales hasta la propia huerta!. Y todas las tiendas están convenientemente situadas cerca de un local expendedor de bebidas para maridos estresados. Me encanta ir de compras por San José.
Es pequeño pero de una forma perfecta. No hay nada espectacular sobre San José, aparte de las vistas sobre los otros 3 puntos cardinales de la isla, pero todas las piezas encajan perfectamente como en un puzzle. Los autobuses que dan la Vuelta a la Isla raramente permanecen más de una hora - si son las 5 de la tarde deben estar en San José - un vistazo rápido a la iglesia, completada en 1731 y luego al paso ligero a visitar una galería de arte por aquí, una tienda de cerámica por allá, un granado -arbol de la granada- en el camino. Siguiente parada, Las Salinas. En un abrir y cerrar de ojos ya se han ido.
Tome su tiempo y descubra la belleza de un tren de vida como antaño. Descubra tiendas que se convierten en bares, bares que son galerías de arte y bares que son tiendas.
Mención especial merece el Fashion Café y sus zumos de fruto matutinos leyendo la prensa y comentando banalidades.
Observe a los chicos y chicas de la escuela de artesanía local horadar la piedra para construir muros de la misma manera que se hacía antiguamente - a la sombra de un olivo con 8 bloques de hormigón y un neumático viejo de un Renault 4. Sentado en un banco junto a una palmera y ese remanso de paz ante sus ojos.
Si la vida moderna nos desborda con su ritmo alocado, aquí en San José la filosofía es cada cosa a su tiempo. Visítenos, o mejor dicho, pase aquí sus vacaciones. No se arrepentirá.
N. de T.: Sant Josep según la muy particular visión de nuestro articulista Stephen White.
Sígannos hasta el Pueblo de San Juan...