La Mar de Santa se encuentra en un entorno verdaderamente privilegiado en un pequeño promontorio al este de la encantadora localidad de Santa Eulalia, a un paso del Palacio de Congresos de Ibiza. De hecho, está tan cerca del elegante puerto deportivo de la localidad que puedes ir andando.
Es un lugar acogedor rodeado de pinares y enebros retorcidos por el viento en formas únicas. La sombra que proporcionan las grandes sombrillas y los árboles es uno de sus principales atractivos, haciendo que comer o cenar, relajarse en las hamacas y bañarse en las rocas cercanas sea todo un placer.
Las vistas son preciosas: las olas rompiendo en las rocas a pocos metros, la vista de los mástiles de los yates desde el puerto deportivo y las vistas de Santa Eulalia y Siesta a lo lejos. La sensación es la de un enclave exclusivo que alberga delicias culinarias.
Incluso hay una cama balinesa y algunas tumbonas para los amantes del sol.
La Mar de Santa tiene dos amplias terrazas con zonas de descanso bien separadas que cuentan con muchos asientos, como sillas de mimbre y cómodos sofás. El hecho de que haya tanto espacio entre las mesas da la sensación de verdadera exclusividad.
También hay un pequeño chiringuito rústico donde sirven bebidas y cócteles. Con tantos rincones para disfrutar de una copa con amigos, es fácil imaginarse aquí.
En un entorno semejante, es difícil imaginar un lugar mejor en Santa Eulalia para comer marisco o un típico arroz al aire libre.
Empezamos nuestro festín de mediodía con un clásico de La Mar de Santa: el pica pica. Compuesto por chipirones rebozados, dados de bacalao, croquetas de salmón y ajos tiernos y aros de calamar, es un plato que te prepara para seguir probando frutos de mar. El hecho de que lo sirvieran en papel de periódico también nos trajo buenos recuerdos.
Las croquetas de boniato y setas nos sorprendieron por su inusual sabor a tierra y su textura a nuez.
El salmorejo es la sopa perfecta para el verano, servida con tomates confitados y sashimi de atún.
Aunque el restaurante tiene apetitosas opciones de carne, optamos por quedarnos con el fuerte de La Mar de Santa: el marisco y el pescado.
La joya de la corona, una paella de pescado y marisco, estaba perfectamente cocinada, con los granos de arroz tiernos por fuera pero ligeramente firmes en el centro.
Por lo tanto, esperábamos con impaciencia el siguiente plato, que consistía en un delicioso trozo de bacalao negro marmoleado, muy bien presentado en el centro de una selección de verduras verdes (hinojo, tirabeques, calabacín y espárragos) en una salsa de guisantes de color verde lima brillante. ¡Estaba irresistible, hasta la piel negra y crujiente!
De postre nos decantamos por la tarta de queso con una sabrosa confitura de frambuesas.
Aunque se encuentra a sólo unos minutos de la localidad, estar en La Mar de Santa da la sensación de estar en tu propio pequeño mundo, casi salvaje. Una prueba más de su bien ganada popularidad, si es que es necesaria, es el número de clientes que repiten, además de los que vienen sin reserva previa. Es una institución en Santa Eulalia con la que siempre se puede contar. Anímate y reservate un capricho aquí.
Hay acceso para sillas de ruedas.