La primera evidencia de colonización en la isla proviene de tumbas megalíticas, la más famosa en Ca Na Costa, a las afueras de la famosa localidad de Es Pujols y está fechada hacia el 2000 a. n. e. Curiosamente es la tumba megalítica más espectacular de todas las Islas Baleares, con un dólmen de grandes dimensiones cuyas piezas están dispuestas en una geometría increíble.
En el año 654 a. n. e., los fenicios-cartagineses fundaron una colonia en Ibiza, la cual se convertiría en una de las más importantes del Mediterráneo occidental. Resulta sorprendente que no haya evidencia de asentamientos fenicios en Formentera. Los griegos fueron los siguientes en venir y concedieron a las islas de Ibiza y Formentera su denominación colectiva de las "Pitiusas" (islas de pinos).
Alrededor de 200 a. n. e., los romanos vinieron y construyeron una fortaleza cercana a Es Caló; los muros de cimentación aún se conservan. En esa época, hubo una población numerosa en Formentera que dejó muchos restos como evidencia. Se dedicaron principalmente a cultivar trigo y la llamaron Frumentaria (la isla del trigo en latín), de donde deriva su nombre actual de Formentera.
Tras la caída del Imperio romano en el siglo V, primero los vándalos y luego los bizantinos conquistaron la isla. En el año 711 n. e., los musulmanes llegaron a Ibiza y Formentera, pero hasta el siglo X no confirmaron su dominio.
Los musulmanes trajeron con ellos todos sus extensos conocimientos en agricultura y riego. El aspecto actual del paisaje de Formentera se debe en gran medida a la influencia musulmana, un ejemplo de ello es la existencia de muchos muros de piedra y el sistema de irrigación utilizado hasta ahora por los agricultores.
En el año 1235, Jaume I conquistó la isla y la incorporó a la Corona de Aragón. En 1256, Jaume II proclamó el Reino de Mallorca, pero en menos de 100 años volvió a las manos del Reino de Aragón. El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 sentó las bases de la unificación de España.
El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón descubrió América. A partir de este descubrimiento y el posterior comercio con las nuevas colonias, el Mediterráneo pasó a ser menos importante y la Corona perdió interés en las Islas Baleares. Formentera cayó en el olvido durante muchos años y debido a una serie de malas cosechas, la isla estaba más o menos abandonada a los piratas.
Sin embargo, a finales del siglo XVII, la gente volvió a repoblar Formentera. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, la población de la isla sobrevivía de la agricultura, la pesca y claro está, de la sal. Debido a las penurias experimentadas y la limitada capacidad para alimentarse, mucha de la creciente población emigró, principalmente hacia América Central y del Sur.
Durante la guerra civil (1936-1939), Formentera sufrió fuertes combates contra las tropas nacionales de Franco, que al final ganaron con la ayuda de refuerzos de Mussolini. Dieciocho formenteranos de izquierdas fueron fusilados y al menos cinco murieron en campos de concentración nazis. De 1939 a 1942, existió un campo de concentración para disidentes políticos provenientes de la Península esperando su ejecución.
Después de la guerra, la isla volvió a su rutinaria y dura existencia hasta que el turismo empezó a dar sus frutos.
Por lo tanto, como puedes ver, es una historia larga y muy accidentada para una isla tan pequeña que en la actualidad se dedica a turistas en busca de paz, belleza y tranquilidad..., así como ser un refugio muy conocido de artistas, músicos y escritores.
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